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... de la Red |
Valentine me miró a los ojos y yo le correspondí con los míos. La tarde proyectaba en aquel instante una roja y cárdena lanza de luz sobre el recinto amurallado de la vieja fortaleza. Y la ciudad, a punto de caer en brazos de la noche, suspiró brevemente antes de encender sus luces de gas. Ardió flameada por los últimos rayos del sol y dio paso a aquel fanal artificial que habría de prolongarse hasta el amanecer.
Valentine y yo nos dedicábamos entretanto a mirar las fulgurantes ascuas que iban latiendo entre lentos destellos hasta apagarse definitivamente: había muerto el día para dar paso a la noche. Y mis manos seguían rozando las suyas y eran capaces de palpar a través de las delicadas venas de sus muñecas el dulce latido de su corazón. De pronto, me miró, apretó sus labios contra los míos y me besó largamente sin que yo le opusiese resistencia alguna: por primera vez fui suyo antes de que ella fuese mía totalmente. En realidad, eso era lo que deseaba en silencio y sin decírselo. Y cuando acabó sus largos juegos eróticos conmigo, sólo tuve fuerzas para exclamar: ¡Valentine, amor mío!
La vieja fortaleza, inconmovible ante nuestros mutuos y desenfrenados requerimientos, siguió callada y recogida en sí misma, dominando con orgullo y majestad, como siempre desde lo alto de su pedestal, la gran multitud de seres que albergaba la ciudad; cada uno de ellos en sus asuntos, seguramente ausentes de que en el fondo, muy en el fondo de sus inalcanzables almas, todos estaban perfectamente conectados, como yo mismo a Valentine.
Una pequeña historia cargada de ternura.
ResponderEliminarMuchísimas gracias, Blanca, por comentar esta entrada de Tiempo de Relato.
ResponderEliminarSaludos cordiales y feliz día...!!!
Precioso marco para contar esa historia llena de sensualidad y de ternura... Genial, amigo Felicidades!!!
ResponderEliminarBuen finde, amigo, un abrazo.
Gracias, amigo mío. ¡Estos poetas románticos...!
EliminarFeliz finde...!!!
Un precioso relato José Luís. La noche que nos envuelve con su encanto, esperar que la luz del día se apague para dar rienda suelta a todas las emociones, sensaciones, sentimientos a la que nos incita.
ResponderEliminarMe ha encantado querido amigo. Un placer siempre leerte.
Que tengas una bonita noche Un fuerte abrazo.
Gracias, amiga. Es verdad lo que dices: el ocaso del día y el nacimiento de la noche produce una especie de choque en nuestra alma y nos da alas para vivir nuevas experiencias. Y está claro que los amantes de este pequeño relato se dejan arrastrar por ese hechizo.
EliminarFeliz noche para ti también.
Un fuerte abrazo.